ðð®Ã© ð©ð®ðððð§ ð¡ðððð« ð¥ðšð¬ ðððŠðšð§ð¢ðšð¬? ¿ðð®Ã© ðð¬ ð¥ðš ðªð®ð ð§ðš ð©ð®ðððð§ ð¡ðððð«?
ððšð«: ðð§ððšð§ð¢ðš ððšð²ðš ððð«Ãð§ | ð
ð®ðð§ðð: ðððšð¥ðšð ð¢ð ðð ð¥ð ð©ðð«ððððð¢Ã³ð§ ðð«ð¢ð¬ðð¢ðð§ð
Doctrina teológica sobre los demonios. âHe aquÃ, brevÃsimamente expuesta, la doctrina de la Iglesia sobre los demonios y las principales conclusiones a que han llegado los teólogos partiendo de los datos revelados
1) Es de fe que existen los demonios, o sea, un número considerable de ángeles que fueron creados buenos por Dios, pero que se hicieron malos por su propia culpa.
2) Los demonios ejercen, por permisión de Dios, un maligno influjo sobre los hombres, incitándoles al mal y a veces invadiendo y torturando sus mismos cuerpos.
3) En medio de los asaltos y torturas de los demonios, la voluntad humana siempre permanece libre. La razón es porqueâcomo explica Santo Tomás de Aquino âla voluntad sólo puede ser inmutada de dos maneras: intrÃnseca o extrÃnsecamente.
Ahora bien: sólo Dios puede moverla intrÃnsecamente, ya que el movimiento voluntario no es otra cosa que la inclinación de la voluntad a la cosa querida, y sólo Aquel que ha dado esa inclinación a la naturaleza intelectual puede inmutarla intrÃnsecamente; porque asà como la inclinación natural procede del Autor de la naturaleza, asà la inclinación voluntaria no viene sino de Dios, que es el autor de la misma voluntad..
4) Los ángeles buenos y los demonios pueden inmutar intrÃnsecamente la imaginación y los demás sentidos internos y externos, La razón es porque esta inmutación puede producirse por el movimiento local de las cosan exteriores o de nuestros humores corporales, y la naturaleza corporal obedece al ángel en cuanto a su movimiento local, como explica Santo Tomás de Aquino.
ð) ððšð¬ ðððŠðšð§ð¢ðšð¬ ð§ðš ð©ð®ðððð§ ð¡ðððð« ð¯ðð«ððððð«ðšð¬ ðŠð¢ð¥ðð ð«ðšð¬, ððšðŠðš ðªð®ð¢ðð«ð ðªð®ð ðð¬ððšð¬ ðð±ððððð§ ð©ðšð« ðððð¢ð§ð¢ðð¢Ã³ð§ ð¥ðð¬ ðð®ðð«ð³ðð¬ ðð ððšðð ð§ððð®ð«ðð¥ðð³ð ðð«ðððð ðš ðð«ðððð¥ð.Pero como la potencia de la naturaleza angélicaâque conservan Ãntegra después de su pecadoâexcede con mucho las fuerzas naturales humanas, pueden los demonios hacer cosas prodigiosas, que exciten la admiración del hombre en cuanto que sobrepasan sus fuerzas y conocimientos naturales.
ðð¥ ðððŠðšð§ð¢ðš, ð©ð®ðð¬, ðð¢ðð§ð ð®ð§ð ð©ðšððð§ðð¢ð ð§ððð®ð«ðð¥ ðŠð®ð² ð¬ð®ð©ðð«ð¢ðšð« ð ð¥ð ððð¥ ð¡ðšðŠðð«ð ð² ð©ð®ððð ðšðð«ðð« ððšð§ ðð¥ð¥ð ððšð¬ðð¬ ð©ð«ðšðð¢ð ð¢ðšð¬ðð¬, ðªð®ð, ð¬ð¢ð§ ð¬ðð« ð¯ðð«ððððð«ðšð¬ ð² ð©ð«ðšð©ð¢ðšð¬ ðŠð¢ð¥ðð ð«ðšð¬, ðð±ðð¢ððð§ ð¥ð ðððŠð¢ð«ððð¢Ã³ð§ ðð ð¥ðšð¬ ð¡ðšðŠðð«ðð¬ ð² ð©ð¥ðð§ðððð§ ð¯ðð«ððððð«ðšð¬ ð©ð«ðšðð¥ððŠðð¬ ð©ðð«ð ðð¥ ðð¢ð¬ððð«ð§ð¢ðŠð¢ðð§ððš ðð ðð¬ðšð¬ ððð§Ã³ðŠðð§ðšð¬ ðð§ ð¬ð® ð«ðð¥ððð¢ðšÃ³ð§ ððšð§ ð¥ðšð¬ ð§ððð®ð«ðð¥ðð¬ ð² ð¥ðšð¬ ð¬ðšðð«ðð§ððð®ð«ðð¥ðð¬.
En su lugar señalaremos las principales reglas de discernimiento en cada caso; pero bueno será que ya desde ahora adelantemos, en sintética visión de conjunto, lo que el demonio no puede hacer de ninguna manera por exceder en absoluto sus fuerzas naturales y lo que de suyo no excede su capacidad y potencia natural, y podrÃa por lo mismo realizar con la permisión divina.
ð) ððš ðªð®ð ðð¥ ðððŠðšð§ð¢ðš ð§ðš ð©ð®ððð ð¡ðððð«
Producir un fenómeno sobrenatural de cualquier Ãndole que sea. Es algo que rebasa y trasciende toda naturaleza creada o creable, siendo propio y exclusivo de Dios.
ðð«ððð« ð®ð§ð ð¬ð®ðð¬ððð§ðð¢ð. Supone un poder infinito el hacer pasar una cosa de la nada al ser. Por eso, las criaturas no pueden ser utilizadas por Dios ni siquiera como instrumentos de creación.
Resucitar verdaderamente a un muerto. Ãnicamente podrÃa simular una resurrección aletargando a un enfermo o produciendo en él un estado de muerte aparente para producir la ilusión de su maravillosa resurrección.
ðð®ð«ðð« ð¢ð§ð¬ððð§ðáð§ðððŠðð§ðð ð¡ðð«ð¢ððð¬ ðš ð¥ð¥ðð ðð¬ ð©ð«ðšðð®ð§ððð¬.
La naturaleza âincluso en manos de la potencia angélicaârequiere siempre cierto tiempo para poder realizar esas cosas. Lo instantáneo está tan sólo en manos de Dios.
Las traslaciones verdaderamente instantáneas. Suponen una alteración de las leyes de la naturaleza, que únicamente puede realizarla su Autor. El demonio, como espÃritu puro, puede trasladarse de un sitio a otro sin pasar por el medio. Pero no puede trasladar un cuerpo sin que éste tenga que recorrer todo el espacio que separa el punto de partida (término a quo) del punto de llegada (término ad quem); y esto no puede hacerse instantáneamente por muy rápido que supongamos ese movimiento.
ððð¬ ð¥ðð²ðð¬ ðððð®ðð¥ðð¬ ð§ðš ð©ðð«ðŠð¢ððð§ ðð§ ðŠðšððš ðð¥ð ð®ð§ðš ð¥ð ððšðŠð©ðð§ððð«ððð¢ðšð§ ðð ð¥ðšð¬ ðð®ðð«ð©ðšð¬ ð¬ðšð¥ð¢ððšð¬. ðð¥ ðððŠðšð§ð¢ðš, ðð¬ð©ð¢ð«ð¢ðð® ð©ð®ð«ðš, ð©ð®ððð, ð¬ð¢ð§ ðð®ðð, ððð«ðð¯ðð¬ðð« ð ð¬ð® ðð«ðð¢ðð«ð¢ðš ð¥ðð¬ ð¬ð®ðð¬ððð§ðð¢ðð¬ ðŠðððð«ð¢ðð¥ðð¬; ð©ðð«ðš ððšð§ððð«ð¢ð« ð ð®ð§ ðð®ðð«ð©ðš ðð¥ ð©ð«ð¢ð¯ð¢ð¥ðð ð¢ðš ðð ððšðŠð©ðð§ððð«ðð«ð¬ð ððšð§ ðšðð«ðšð¬âððð«ðð¯ðð¬ðð§ððš, ð©ðšð« ðð£ððŠð©ð¥ðš., ð®ð§ð ð©ðð«ððâð¬ð®ð©ðšð§ð ð®ð§ð ð¯ð¢ð«ðð®ð ðð«ðð¬ððð§ððð§ðð ðªð®ð ðð¢ðšð¬ ð¬ð ð«ðð¬ðð«ð¯ð ð©ðð«ð ð¬ð¢.
ðð ð©ð«ðšðððÃð ðð¬ðð«ð¢ððððŠðð§ðð ðð¢ðð¡ð ð¬ðšðð«ðð©ðð¬ð ð¥ðð¬ ðð®ðð«ð³ðð¬ ðð¢ððólð¢ððð¬, ðð®ð§ðªð®ð ð©ð®ððð ðð¥ ðððŠðšð§ð¢ðš ð¬ð¢ðŠð®ð¥ðð«ð¥ð ððšð§ ðð²ð®ðð ðð ð©ð«ðð¯ð¢ð¬ð¢ðšð§ðð¬ ð§ððð®ð«ðð¥ðð¬, ðð ððšð«ðŠð®ð¥ðð¬ ððªð®ð¢ð¯ðšððð¬ ðš ðð ðŠðð§ðð¢ð«ðð¬ ðð®ððððð¬.
Sin embargo, Dios puede valerse de falsos profetas para anunciar alguna cosa verdadera, como en el caso de Balaam o de Caifas; pero entonces aparece claro por el conjunto circunstancias que el falso profeta es utilizado en aquel momento como instrumento de Dios.
ðð¥ ððšð§ðšðð¢ðŠð¢ðð§ððš ðð ð¥ðšð¬ ð©ðð§ð¬ððŠð¢ðð§ððšð¬ ð² ðð ð¥ðšð¬ ðð®ðð®ð«ðšð¬ ð¥ð¢ðð«ðð¬ ðð¬ððð©ð ð¢ð ð®ðð¥ðŠðð§ðð ðð¥ ððšð§ðð«ðšð¥ ðð ððððð§ðð¬; ð¬ðšð¥ðš ð©ð®ððð ð¯ðð¥ðð«ð¬ð ðð ððšð§ð£ððð®ð«ðð¬.
Pero téngase presente que para la extraordinaria potencia intelectual de la naturaleza angélica las conjeturas son mucho más fáciles que para el psicólogo más eminente; el temperamento, los hábitos adquiridos, las experiencias pasadas, la actitud del cuerpo, la expresión de la fisonomÃa, el conjunto de circunstancias, etc., etc., hacen adivinar fácilmente a los espÃritus angélicos las meditaciones silenciosas de nuestro entendimiento y las determinaciones secretas de nuestra voluntad.
ðð¥ ðððŠðšð§ð¢ðš ð§ðš ð©ð®ððð ð©ð«ðšðð®ðð¢ð« ðð§ ð§ðšð¬ðšðð«ðšð¬ ððð§ðšðŠðð§ðšð¬ ðð ðšð«ððð§ ð©ð®ð«ððŠðð§ðð ð¢ð§ððð¥ðððð®ðð¥ ðš ð¯ðšð¥ð¢ðð¢ð¯ðš. ðð ð¡ððŠðšð¬ ð¬ðð§ðð¥ðððš ðŠðð¬ ðð«ð«ð¢ðð ð¥ð ð«ðð³ðšð§: ðð§ ðð¥ ð¬ðð§ðð®ðð«ð¢ðš ðð ð§ð®ðð¬ðð«ð ðð¥ðŠð, ð§ððð¢ð, ðð®ðð«ð ðð ðð¢ðšð¬, ð©ð®ððð ð©ðð§ððð«ðð« ðð¢ð«ðððððŠðð§ðð.
Estas son, brevemente expuestas, las principales cosas que el demonio no puede hacer, relacionadas todas con los fenómenos mÃsticos. Omitimos muchas otras cosas que no interesan a nuestro propósito. Veamos ahora rápidamente los fenómenos mÃsticos que el demonio podrÃa falsificar.
ð) ððš ðªð®ð ðð¥ ðððŠðšð§ð¢ðš ð©ð®ððð ð¡ðððð« ð©ðð«ðŠð¢ðð¢ðÌð§ððšð¥ðš ðð¢ðšð¬
ð. ðð«ðšðð®ðð¢ð« ð¯ð¢ð¬ð¢ðšð§ðð¬ ð² ð¥ðšðð®ðð¢ðšð§ðð¬ ððšð«ð©ðšð«ðð¥ðð¬ ðš ð¢ðŠðð ð¢ð§ðð«ð¢ðð¬ (ð§ðš ð¥ðð¬ ð¢ð§ððð¥ðððð®ðð¥ðð¬).
ð. ð
ðð¥ð¬ð¢ðð¢ððð« ðð¥ ðÌð±ððð¬ð¢ð¬ (ð©ð«ðšðð®ðð¢ðð§ððš ð®ð§ ððð¬ðŠðð²ðš ð©ð«ðððð«ð§ððð®ð«ðð¥).
ð. ðð«ðšðð®ðð¢ð« ð«ðð¬ð©ð¥ðð§ððšð«ðð¬ ðð§ ðð¥ ðð®ðð«ð©ðš ð² ðð«ððšð«ðð¬ ð¬ðð§ð¬ð¢ðð¥ðð¬ ðð§ ðð¥ ððšð«ðð³ðšÌð§. ððð² ðŠðÌð¬ ðð ð®ð§ ðð£ððŠð©ð¥ðš ðð «ð¢ð§ððð§ððð¬ððð§ðð¢ð ðð¢ðððšÌð¥ð¢ðð».
ð. ðð«ðšðð®ðð¢ð« ððð«ð§ð®ð«ðð¬ ð² ð¬ð®ðð¯ð¢ððððð¬ ð¬ðð§ð¬ð¢ðð¥ðð¬.
ð. ðð®ð«ðð«, ð¢ð§ðð¥ð®ð¬ðš ð¢ð§ð¬ððð§ððÌð§ðððŠðð§ðð, ðð¢ðð«ððð¬ ðð§ððð«ðŠðððððð¬ ðð±ðð«ðð§Ìðð¬ ð©ð«ðšðð®ðð¢ððð¬ ð©ðšð« ð¬ð® ðððð¢ðšÌð§ ðð¢ðððšÌð¥ð¢ðð. ðð¥ðð«ðš ðð¬ððÌ ðªð®ð ð§ðš ð¬ð ðð«ððð ð©ð«ðšð©ð¢ððŠðð§ðð ðð ðð®ð«ððð¢ðšÌð§, ð¬ð¢ð§ðš ððð§ ð¬ðšÌð¥ðš ðð «ððð£ðð« ðð ððð§Ìðð«Â», ððšðŠðš ðð¢ðð ððð«ðð®ð¥ð¢ðð§ðš. ððšðŠðš ð¥ð ð©ð«ðððð§ðð¢ðð ðð§ððð«ðŠðððð ðð«ð ðððð¢ðð ðð±ðð¥ð®ð¬ð¢ð¯ððŠðð§ðð ð ð¥ð ðððð¢ðšÌð§ ðð ððððð§ðÌð¬, ððð¬ðð§ððš ð¥ð ððð®ð¬ð, ððð¬ðð©ðð«ððð ð¢ð§ð¬ððð§ððÌð§ðððŠðð§ðð ðð¥ ððððððš.
ð. ðð«ðšðð®ðð¢ð« ð¥ð ðð¬ðð¢ð ðŠððð¢ð³ððð¢ðšÌð§ ð² ð¥ðšð¬ ðððŠðÌð¬ ððð§ðšÌðŠðð§ðšð¬ ððšð«ð©ðšð«ðð¥ðð¬ ð² ð¬ðð§ð¬ð¢ðð¥ðð¬ ðð ð¥ð ðŠð¢Ìð¬ðð¢ðð, ððð¥ðð¬ ððšðŠðš ð¥ðšð¬ ðšð¥ðšð«ðð¬ ð¬ð®ðð¯ðð¬, ððšð«ðšð§ðð¬, ðð§ð¢ð¥ð¥ðšð¬, ððð. ðððð ðð ðð¬ððš ð¬ðšðð«ðð©ðð¬ð ð¥ðð¬ ðð®ðð«ð³ðð¬ ð§ððð®ð«ðð¥ðð¬ ðð ð¥ðšð¬ ðððŠðšð§ð¢ðšð¬.
ð. ððš ð©ð®ððð ðð¥ ðððŠðšð§ð¢ðš ððð«ðšð ðð« ð¥ðð¬ ð¥ðð²ðð¬ ðð ð¥ð ð ð«ðð¯ðððð, ð©ðð«ðš ð©ð®ððð ð¬ð¢ðŠð®ð¥ðð« ðŠð¢ð¥ðð ð«ðšð¬ ðð ðð¬ðð ð ðð§ðð«ðš ð©ðšð« ðð¥ ððšð§ðð®ð«ð¬ðš ð¢ð§ð¯ð¢ð¬ð¢ðð¥ð ðð ð¬ð®ð¬ ðð®ðð«ð³ðð¬ ð§ððð®ð«ðð¥ðð¬. ððð§ð ðð¬ð ð©ð«ðð¬ðð§ðð ð©ðð«ð ð¥ð ðð®ðð¬ðð¢ðšð§ ðð ð¥ð ð¥ðð¯ð¢ðððð¢ðšð§: ð©ð®ðððð§ ððð«ð¬ð ð¥ðð¯ð¢ðððð¢ðšð§ðð¬ ðð¢ðððšð¥ð¢ððð¬, ððšðŠðš ðð§ ðð¥ ððð¬ðš ðð ðð¢ðŠðšð§ ððð ðš.
ð. ðð®ððð ð¬ð®ðð¬ðð«ððð« ð¥ðšð¬ ðð®ðð«ð©ðšð¬ ð ð§ð®ðð¬ðð«ð ð¯ð¢ð¬ðð ð¢ð§ððð«ð©ðšð§ð¢ðð§ððš ðð§ðð«ð ðð¥ð¥ðšð¬ ð² ð§ð®ðð¬ðð«ð ð«ððð¢ð§ð ð®ð§ ðšðð¬ðððð®ð¥ðš ðªð®ð ððð¬ð¯ð¢ð ð¥ð ð«ððð«ðððð¢ðšð§ ðð ð¥ð ð¥ð®ð³ ðš ð©ð«ðšðð®ðð¢ðð§ððš ðð§ ð§ð®ðð¬ðð«ðš ðð©ðð«ðððš ð¯ð¢ð¬ð®ðð¥ ð®ð§ð ð¢ðŠð©ð«ðð¬ð¢ðšð§ ð¬ð®ðð£ððð¢ð¯ð ððšðŠð©ð¥ððððŠðð§ðð ðð¢ððð«ðð§ðð ðð ð¥ð ðªð®ð ð¯ðð§ðð«ð¢ð ððð¥ ðšðð£ðððš.
ð. ðð®ððð ð©ð«ðšðð®ðð¢ð« ð¥ð ð¢ð§ððšðŠðð®ð¬ðð¢ðšð§ ðð ð®ð§ ðð®ðð«ð©ðš ð¢ð§ððð«ð©ðšð§ð¢ðð§ððš ð®ð§ ðšðð¬ðððð®ð¥ðš ð¢ð§ð¯ð¢ð¬ð¢ðð¥ð ðð§ðð«ð éð¥ ð² ðð¥ ðð®ðð ðš.
En resumen: todos los fenómenos que puedan resultar de un movimiento natural de fuerzas fÃsicas, aunque el hombre no sea capaz de producirlas ni siquiera llevando hasta el lÃmite máximo sus energÃas naturales, puede en absoluto producirlas el demonio âsupuesta la permisión divinaâ en virtud de su propia potencia natural, extraordinariamente superior a la del hombre.
ððð«ðš, ðð®ðð¥ðªð®ð¢ðð«ð ðªð®ð ð¬ðð ð¥ð ð§ððð®ð«ðð¥ðð³ð ððð¥ ððð§ðšðŠðð§ðš ð©ð«ðšðð®ðð¢ððš ð©ðšð« ð¥ðð¬ ðð®ðð«ð³ðð¬ ðð¢ðððšð¥ð¢ððð¬, ð§ðš ð«ðððð¬ðð«ð ð£ððŠðð¬ ð¥ð ðð¬ððð«ð ð² ðð¥ ðšð«ððð§ ð©ð®ð«ððŠðð§ðð ð§ððð®ð«ðð¥. ððš ð¬ðšðð«ðð§ððð®ð«ðð¥ ð§ðš ðð±ð¢ð¬ðð ððªð®ð¢ ðŠðð¬ ðªð®ð ð©ðšð« ð«ðð¥ððð¢ðšð§ ðð¥ ð¡ðšðŠðð«ð, ðð¬ððš ðð¬, ðð§ ðð®ðð§ððš ðªð®ð ð¥ðšð¬ ððð§ðšðŠðð§ðšð¬ ð©ð«ðšðð®ðð¢ððšð¬ ð¬ðšðð«ðð©ð®ð£ðð§ ð¥ðð¬ ðð®ðð«ð³ðð¬ ð¡ð®ðŠðð§ðð¬; ð©ðð«ðš, ððšð§ð¬ð¢ððð«ðððšð¬ ðð§ ð¬ð¢ ðŠð¢ð¬ðŠðšð¬, ð¬ð ðð«ððð ðð ð«ððð¥ð¢ððððð¬ ð©ð®ð«ð ð² ð¬ð¢ðŠð©ð¥ððŠðð§ðð ð§ððð®ð«ðð¥ðð¬. ðð¬ ð®ð§ ððð¬ðš ðð¢ð©ð¢ððš ðð ð¬ðšðð«ðð§ððð®ð«ðð¥ ð«ðð¥ððð¢ð¯ðš, ðªð®ð ðððð ð¥ð¥ððŠðð«ð¬ð, ððšð§ ðŠðð²ðšð« ð©ð«ððð¢ð¬ð¢ðšð§ ð² ðð±ðððð¢ðð®ð ðððšð¥ðšð ð¢ðð, «ð©ð«ðððð«ð§ððð®ð«ðð¥Â»..