Poner etiquetas
A los seres humanos nos encanta poner etiquetas…solemos mirar el exterior, lo que se ve, los actos que creemos definen a las personas; en especial si somos psico rígidos de tal modo que los actos que muchas personas realizan, los aborrecemos, los detestamos, los queremos lejos de nosotros.
Hace muchos años ya, empecé una maestría en “coaching” con un reputado maestro y tutor español, quien me enseñó muchas cosas, entre ellas, lo sumamente fácil que era ponerle “etiquetas” a las personas.
Las etiquetas son cadenas pesadas que ponemos (o al menos queremos poner) en el cuello de las demás personas, son como los “yugos” que se colocan en las cabezas de los bueyes cuando queremos que hagan lo que queremos y vayan en la dirección que queremos.
Y en esos momentos nos olvidamos de algunos asuntos muy básicos de convivencia que nos permiten, no solamente, mantener relaciones cordiales sino relaciones fraternas y además piadosas y misericordiosas con los demás.
- Nos olvidamos de que el mundo está compuesto de personas singulares, únicas, irrepetibles, y como decía Don Miguel de Unamuno: ”cada uno es cada uno y tiene sus cadaunadas”
- El libre albedrío dado por Dios mismo, y que es la libertad que tienen las personas de tomar sus propias decisiones, nos gusten o no. Entender que son “sus decisiones”, que ya estas pudieran tener o tengan cierto tipo y magnitud de consecuencias, será motivo de otra reflexión.
- Los pecados, las tentaciones, las debilidades, las inclinaciones, etc., que tienen o por las que pasan nuestros conocidos, amigos, familiares, hermanos en la fe, etc., muchas veces son las mismas que tenemos nosotros. En el año 65 antes de Cristo, Publio Terencio escribió en su comedia: El enemigo de sí mismo: “Soy un hombre, NADA HUMANO ME ES AJENO”. Esas debilidades, tentaciones e inclinaciones, que muchas veces nos conducen a pecados (sabiendo que todo pecado es aborrecible a los ojos de Dios); pueden ser sutiles o relativamente fáciles de bregar con ellas; otras veces son difíciles, pero otras veces se convierten en luchas encarnizadas entre cuerpo, corazón, mente y espíritu.
- Es en ese momento en que llega la hora de poner una gran etiqueta a “LA PERSONA”. Esa persona es X o Y, lo interiorizamos, nos lo creemos y les dictamos al mismo tiempo la sentencia y la pena.
Y ahí entra la contradicción y el mal juicio: ¿con qué no estamos de acuerdo, con las cosas que esa persona dice o hace; o con la persona en si misma?, ¿con los actos reñidos con el bien hacer o con quien comete estos actos?, ¿Es una mala persona o comete malos actos? ¿y qué hacemos ahora que le hemos encontrado una paja en el ojo, le sacamos el ojo (o la paja que está en su ojo), sin haber sacado primero la viga que está en el nuestro? Mateo 7,3
No hace mucho tiempo leí (me gustaría poder decir que aprendí) un pensamiento que reflexioné y reflexiono mucho: “No porque tus pecados sean diferentes a los míos, eres peor que yo”.
“No porque tus pecados sean diferentes a los míos, eres peor que yo”.
Cuando lo oí la primera vez, la cabeza me dio vueltas, me sentí descolocado, confuso, ¿cómo que porque tus “graves pecados” sean diferentes a mis “pequeños pecados”, ¿NO ERES PEOR QUE YO? Entonces, eso quiere decir que: ¿YO TAMPOCO SOY MEJOR QUE TU? Hombre, eso último lo presuponía; pero hablando de pecados, siempre venía luego el…es que él es un X, es que ella es una X. ¡Oh sorpresa de la Vida¡
En ese momento empecé a pensar algo diferente, no sólo me detuve a pensar en todas las etiquetas que puesto, sino también en la que me han puesto y, que por supuesto, me han dolido y hasta me han marcado. Puedo decir que tengo la suerte de que mi esposa (para muchas cosas) no piensa igual que yo, y que después de muchas y largas conversaciones al respecto, he ido cambiando de parecer. Obviamente, como hombre cristiano que intento ser, los principios, los valores y lo fundamental, son innegociables, pero como dijo San Agustín de Hipona: “…en lo esencial, UNIDAD, en lo accidental, LIBERTAD, en todo, CARIDAD”
Se que Dios odia el pecado pero ama al pecador (aunque no está literalmente escrito de ese modo en la biblia), pues pertenece a un gran pacifista llamado Mahatma Gandhi. Pero la Biblia está llena de enseñanzas que van aún más allá de lo expresado por Mahatma Gandhi.
No quiero extenderme mucho más, sólo añadiré
2 Pedro 3:9 El Señor no tarda en cumplir su promesa, según entienden algunos la tardanza. Más bien, él tiene paciencia con ustedes, porque no quiere que nadie perezca sino que todos se arrepientan.
Romanos 5, 6-8: Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos. Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguno osara morir por el bueno. Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.
Pido a Dios que siga abriendome a “no poner etiquetas” y a no creerme mejor a nadie, solo porque sus pecados son diferentes a los míos.
JC