Cambia tu manera de pensar
Por Rick Warren — 21/05/2025
“Capturamos cada pensamiento y lo hacemos rendirse y obedecer a Cristo.” 2 Corintios 10:5 (NCV)
Aquí está el secreto de la tentación: No luches contra ella. Reenfócate, porque todo lo que resistes persiste.
¿Sabías que la Biblia no te dice que resistas la tentación? Dice que resistas al diablo, y eso es un tema completamente diferente. Pero la clave para vencer la tentación no es resistir. Es cambiar tu enfoque.
Lo que te llama la atención, te llama. La batalla contra el pecado siempre comienza en la mente. Por eso la Biblia dice en el Salmo 119:6: “Reflexionar en tus mandamientos me librará de hacer alguna insensatez” (NTV). ¿Por qué? Porque si piensas en la verdad de Dios, no piensas en otras cosas, ¡como las tentaciones!
Esto aplica a todos los aspectos de la vida, buenos o malos. Si te concentras en las cosas buenas, tu mente comenzará a gravitar naturalmente hacia ellas. Si te concentras en cosas mundanas o negativas, tu mente comenzará a moverse naturalmente en esa dirección. Cualquier cosa en la que te enfoques capta tu atención. Y cualquier cosa que capte tu atención, te capta a ti.
La clave es cambiar de opinión.
La tentación siempre sigue un patrón predecible: atención, activación y acción. Tu mente se engancha, se activa, las emociones entran en juego, y luego actúas en consecuencia.
Así que, en lugar de intentar luchar contra una tentación, centra tu mente en otra cosa. «Capturamos todo pensamiento y lo hacemos rendirnos y obedecer a Cristo» (2 Corintios 10:5 NVI).
Después de que Jesús fue bautizado y se fue al desierto durante 40 días, Satanás intentó tentarlo diciéndole: «Dile a estas piedras que se conviertan en pan» (Mateo 4:3, NVI). Jesús no dijo: «No, no tengo hambre». ¡Tenía hambre! Había estado ayunando durante cuarenta días. Pero pensó en otra cosa. Citó la Biblia. Dijo: «¡No! La Escritura dice: “No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”» (Mateo 4:4, NVI).
Cuanto más luchas contra una tentación, más te controla. No puedes luchar contra un sentimiento, pero puedes elegir concentrarte en otras cosas. Cuando lo haces, el sentimiento pierde su atractivo porque tu atención está en otra cosa.
Capturar cada pensamiento y llevarlo a Cristo requiere mucha práctica. No siempre puedes controlar tus circunstancias, y definitivamente no siempre puedes controlar cómo te sientes. Pero sí puedes controlar lo que piensas. Esa siempre es tu decisión. Y si cambias tu forma de pensar, cambia tu forma de sentir, y eso cambiará tu forma de actuar.