DAR POR SENTADO
Ya he entrado en esa edad “mágica” cuando no sé si una idea, un pensamiento, unas palabras, etc., las leí, las escuché, las soñé o todas las anteriores.
Lo que es verdad es que cuando alguna cosa me da vueltas en la cabeza de manera insistente, debo hacerle caso, porque frecuentemente, suele tener algún significado importante para mí o para otra persona cercana a mí.
Desde hace tiempo he aprendido a hacerle caso a este tipo de “moción”, ya que con bastante frecuencia significa algo.
Quiero escribir hoy, venciendo cierta resistencia a mi alrededor, y (sobreponiéndome a ella), sigo adelante con el relato de esta realidad que quiero hacer notar, y es el hecho de que muchas cosas que ocurren en nuestras vidas las solemos dar por sentado, como si la vida (por el hecho de estar vivos), nos debiera algo. Es como si el paquete completo que la vida nos depara, nos lo mereciéramos, sea por esfuerzo personal o ya sea porque simplemente viene junto con nosotros.
Cada mañana abrimos los ojos y damos por sentado que “VER” es algo natural, cuando sabemos que hay tanta gente que se va quedando ciega poco a poco y que tal vez ese sea el último día cuando pueda distinguir el último rayito de sol y peor aún, cuando nos cruzamos por la calle con tantas personas que caminen con un lazarillo, un perro, un guía, etc., porque no pueden ver, ya que algunos nunca han visto y otros (tristemente) alguna vez vieron pero ahora (por diferentes razones), ya no pueden ver.
Nos damos cuenta de que podemos respirar y que lo hacemos con bastante facilidad y a un ritmo que va cercano a las 18 veces por minuto, Y tal vez no nos detenemos a pensar que algunos están condenados a vivir el resto de sus vidas conectados a un respirador, a un tanque de oxígeno que suelen llevar de un lado para el otro, o algunos que definitivamente tuvieron la noche anterior su última respiración. Sin embargo, nueva vez lo damos por sentado.
Podemos dar por sentado que podemos pensar, podemos tener ideas, podemos tener imaginación, podemos sacar conclusiones, mientras que otros, ya sea por trastornos congénitos, como consecuencia de enfermedades neurodegenerativas, por infartos cerebrales, por el terrible alzheimer, o por otro tipo de causa, no han podido disfrutar de esas capacidades, o las han perdido, algunos paulatina y otros rápidamente. Sin embargo, algo más que damos por sentado.
Podría citar tantos ejemplos que tal vez hicieran falta muchos folios de papel para enumerar la cuasi infinita cantidad de cosas que damos por sentado, que es lo que los ingleses llaman “to take it for granted”.
Los seres humanos (y peor aún los cristianos) no deberíamos dar nada (pero absolutamente nada) por sentado; porque de hacerlo es como si estuviéramos diciéndole al resto del mundo “NOS LO MERECEMOS”; es una forma consciente o no, de enrostrarle a otros que ellos no se lo merecen, siendo que Dios no hace distinción entre personas: como diría San Pablo a los Gálatas 3:28:… “No hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay hombre ni mujer; porque todos sois uno en Cristo Jesús”; Y en Mateo 5,45: que hace salir su sol “sobre malos y buenos”, y que hace llover sobre “justos e injustos”; en otras palabras: “TODOS SOMOS IGUALES A LOS OJOS DE DIOS”.
Con mucho temor y temblor puedo decirte que muchas de las cosas que das por sentado y que muy probablemente pienses que mereces más que los demás, son engaños de nuestra mente, de la vida o de satanás, que nos hacen creer superiores, mejores, (más agradables a Dios que el resto de los mortales).
No podemos olvidar que si no fuera por la fidelidad que nunca termina y por el pacto de alianza que el Señor ha hecho con nosotros desde siempre, habríamos muerto a causa de nuestros pecados.
Dios nos ha dado a cada uno de nosotros más de lo que necesitamos y si lo tienes es por el mero hecho de que El así lo ha tenido a bien.
¡NO DES TANTAS COSAS POR SENTADO!. ¡DON TAKE SO MANY THINGS FOR GRANTED!