“Dejen que los niños vengan a mi”.
Hace unas pocas semanas, asistimos a una misa comunitaria peculiar. En ella estaba mi nieto de 18 meses (1.5 años).
A su padre le tocaba hacer una de las lecturas señaladas para la ocasión, razón por la cuál, solo estaba mi hija con él.
En un momento de la misa, mi nieto alcanzó a ver a su padre y se decidió a ir donde él, con el infortunio de que se golpeó la cabeza y empezó unos minutos de llanto. El sacerdote que oficiaba la misa, con tranquilidad, nos dijo a los concurrentes, que: !No pasaba NADA! y después de unos pocos minutos nos decía que era muy bueno que lleváramos nuestros hijos pequeños a la iglesia. De manera espontánea, muchos asistentes al templo, comenzamos a aplaudir estas sabias palabras del presbítero.
La iglesia es de todos, de los mayores, de los no tan mayores…y por supuesto de los niños.
Ha habido otros contextos en que se ha manifestado rechazo al hecho de llevar a nuestros hijos pequeños a nuestras actividades religiosas; y aunque es entendible que hay “todo tipo de niños” y por tanto, muchas conductas a seguir, no es menos cierto el hecho de que si no vamos acostumbrando a que (la casa de Dios) es también de ellos, luego podría costar más trabajo el que lo puedan sentir así.
El portal católico churchpop publicó el 19 de Septiembre, lo siguiente sobre 2 amigas que llevaron a sus 4 hijos a misa:
“De nuestros cuatro hijos, uno corrió AL ALTAR, otro TIRÓ a una mujer de rodillas mientras rezaba, y un tercero corrió UNA VUELTA COMPLETA alrededor de todos los bancos 🥵. Ambas estábamos sudando, estresados y cuestionando nuestras vidas”.
Todo salió mal, pero al final de la misa, el sacerdote sonrió desde el altar y les habló directamente.
“A las mamás que traen a sus hijos a misa, gracias. Son bienvenidos aquí con nosotros. Aquí es donde deberían estar. No en una sala de llanto en otro lugar. Sus ruidos son bienvenidos,es hermoso escucharlos. Y la que quería estar en el altar, simplemente no podía acercarse lo suficiente a Jesús. ¡Sigan llevándolos!”
El mensaje tocó el corazón de ambas madres, que no pudieron evitar llorar.
“Este mensaje es para todas ustedes, mamás de niños pequeños, que los traen a misa y se preguntan si deben seguir intentándolo o simplemente quedarse en casa. ¡Sigan con el buen y fiel trabajo!
Definitivamente es un proceso de aprendizaje ayudarlos a arreglárselas para quedarse quietos y en silencio. Pero también es una lección para mí de no preocuparme tanto por lo que otros puedan estar pensando. Estoy allí para Jesús con mi familia y eso es todo lo que importa”.
“¡Los niños no pueden aprender a comportarse en público o en la iglesia o donde sea si no los exponemos y los acercamos!”, dijo la usuaria de Instagram Christina. “¡Aprenden al vernos! ¡Aprenden a Jesús, a orar y a la misa! Llevo un libro de actividades para mi hijo de casi tres años y [Play-Doh]. Nos levantamos, cantamos y decimos nuestras oraciones, pero cuando nos sentamos, ella tiene algo que tocar que es sensorial, por lo que es estimulante y al mismo tiempo está presente”.
“Jesús, sin embargo, llamó a los niños y les dijo: “Dejen que los niños vengan a mí y no se lo impidan, porque el reino de Dios es de quienes son como ellos”. – Lucas 18:16