El nacimiento de la Virgen María
La iglesia conmemora hoy (como cada 8 de Septiembre), el nacimiento de Nuestra Madre, la Bienaventurada siempre Virgen María.
María es y será, por ser madre del niño Dios, nuestro Señor Jesucristo, nuestra Madre, a quien rendimos respeto, admiración y veneración (no adoración, porque esta solo está permitido al Dios Uno y Trino. Pero si veneración.
La veneración destinada a la Virgen María, a los santos o a los bienes materiales que a ellos les pertenecieron, no tiene como fin a ellos mismos sino a Dios. Como católicos veneramos a la Virgen María, conocido como «hiperdulía», en razón de la excelencia de sus virtudes por sobre los demás santos. Y veneramos a los santos, conocido como «dulía», reconociendo que todo lo que han recibido es un regalo de Dios y ellos son solamente un reflejo de las perfecciones divinas obtenidas por los méritos de Cristo en la Cruz.
Es decir, los católicos adoramos únicamente a Dios. No adoramos imágenes, ni estatuas, sino que veneramos lo que ellas representan.
Los católicos tenemos una profunda devoción y amor por la Virgen María debido a varios motivos bíblicos que se destacan:
- Es madre nuestra: Según el Evangelio de Juan (Juan 19, 26-27), Jesús en la cruz le entrega a su madre María al discípulo a quien amaba, indicando que María es madre espiritual de todos los creyentes. Esto establece una relación maternal con los fieles.
- Es la madre de Jesucristo: El Evangelio de Mateo (Mateo 1, 16) establece que María es la madre de Jesucristo, el Salvador. Su papel como madre de Jesús es fundamental en la fe católica, ya que a través de su sí y su confianza en la voluntad de Dios, Jesucristo vino al mundo para la salvación de la humanidad.
- Es bendita entre todas las mujeres: Según el Evangelio de Lucas (Lucas 1, 26-28), María es saludada por el ángel Gabriel como “llena de gracia” y “bendita entre las mujeres”. Esta es una señal de la gracia divina que la distingue entre todas las mujeres y la hace digna de veneración.
- Es la bienaventurada de generación en generación: María proclama en respuesta al saludo de Isabel que todas las generaciones la considerarán bienaventurada (Lucas 1, 48). Esto refleja su importancia continua en la fe católica a lo largo de la historia.
- María es mediadora ante su Hijo Jesucristo: En las bodas de Caná (Juan 2, 3), María intercede ante Jesús por la falta de vino. Esto demuestra su intercesión en las necesidades de los creyentes y su preocupación por ellos.
- María nos conduce a Dios: A pesar de su posición excelsa, la devoción mariana en la fe católica tiene como objetivo principal conducir a los fieles a Jesucristo. María, como madre amorosa, insta a los creyentes a hacer todo lo que Jesús les dice (Juan 2, 5).
Escuché, hace muchos años, dos conceptos fundamentales para mi veneración mariana:
La 1ra. María fué el primer theotokos.
La palabra griega Theotokos significa la que da a luz a Dios, como dar a luz a un niño, y se usaba para referirse a María como madre de Jesús. María es nombrada Christotokos (la que da a luz a Cristo) en el año 431 por el Concilio de Éfeso en respuesta a esta idea. María, por supuesto, no está divinizada de este modo, sino que es la fe de María la que le permite ser la Madre de Jesús. San Agustín propone que el discipulado de María en Jesús es aún más importante que haber sido la madre de Cristo. Aunque esto pueda parecernos una metáfora exagerada, es importante reconocer que se refiere tanto a hombres como a mujeres que participan en esta relación con María.
La 2da y más impactante es que, refiriéndose a la Virgen María, es que la Hija de su Hijo es Nuestra Madre. Lo he investigado en los escritos de algunos Santos Padres de la Iglesia sin encontrar respuesta alguna, pero después de que a mi mente finita le parecía muy difícil comprender este misterio de ¿Cómo es que la Hija de su Hijo, Pensé que podría ser una forma muy espiritual de decir que María es hija de Dios, pero al mismo tiempo, madre de Jesús, y si es madre de Jesús, también es nuestra Madre.
Y al hablar de MADRE DE DIOS, NOS ENCONTRAMOS QUE EESTE ES EL PRIMER DOGMA MARIANO
El 8 de Septiembre de 1980, el PAPA Juan Pablo II, al conmemorar el nacimiento de la Virgen María, exclamó:
Oh Virgen naciente,
esperanza y aurora de salvación para todo el mundo, vuelve benigna tu mirada materna hacia todos nosotros, reunidos aquí para celebrar y proclamar tus glorias!
¡Oh Virgen fiel,
que siempre estuviste dispuesta y fuiste solícita para acoger, conservar y meditar la Palabra de Dios, haz que también nosotros, en medio de las dramáticas vicisitudes de la historia, sepamos mantener siempre intacta nuestra fe cristiana, tesoro precioso que nos han transmitido nuestros padres!
¡Oh Virgen potente,
que con tu pie aplastaste la cabeza de la serpiente tentadora, haz que cumplamos, día tras dÍa, nuestras promesas bautismales, con las cuales hemos renunciado a Satanás, a sus obras y a sus seducciones, y que sepamos dar en el mundo un testimonio alegre de esperanza cristiana!
¡Oh Virgen clemente,
que abriste siempre tu corazón materno a las invocaciones de la humanidad, a veces dividida por el desamor y también, desgraciadamente, por el odio y por la guerra, haz que sepamos siempre crecer todos, según la enseñanza de tu Hijo, en la unidad y en la paz, para ser dignos hijos del único Padre celestial!
Amén.
(Misa en Frascati, 8 de septiembre de 1980)