El Precio Justo
Hace muchos años aprendí que las cosas realmente valiosas son aquellas que el dinero no puede comprar. En ese tenor, la realidad más costosa era, es y será Seguir al Señor JESUS. Seguirlo a El, ir en pos de El, tiene un altísimo costo, el más alto que pueda existir.
La palabra del Señor ha sido muy clara todos estos días y nos ha hablado (y nos hablará) de cuánto cuesta seguirle, ser y pertenecer a los suyos.
No hay dinero del mundo que pueda comprar salvación, vida eterna, pedazo de cielo, morada y destino finales para nuestra existencia: ES CUESTION DE VIDA O MUERTE, y al mismo tiempo son asuntos de Gracia Cara.
Y la palabra viviente, nos señala que Seguirle es como espada de dos filos que atraviesa el alma y que nos ayuda a apartar la mirada de las cosas fáciles y baratas que nos ofrece este mundo. La lógica de perder para ganar no es otra que una “lógica celestial”, y por tanto incomprensible de entender para quienes no son seres celestiales, quienes tienen la firme creencia de qué hemos venido de El y hacia El vamos.
No soy más que un peregrino, un forastero, un extranjero que vive lejos de casa que no se cansa de intentar ser feliz en un mundo que no es capaz de brindar felicidad duradera.
Puedo tener momentos, ratos de gozo y felicidad; más el gozo eterno, el gozo el gozo perpetuo, el que es de siempre y para siempre, sólo lo tendré y viviré cuando more en algún lugar cerca del Cordero inmolado que dió su vida a cambio de la mía, para que aún siendo inmaculado (no habiendo cometido falta alguna) se entregó por mí y fué obediente hasta la muerte y muerte de cruz pagando así para que fuera redimido de mis pecados y obtuviera Salvación y Vida Eterna.
Y así, enseñóme que debía de arriesgarlo todo, perderlo todo, o dicho de otra manera apostándolo todo a una sóla cosa, lo único que merece la pena porque lo vale todo; como dice la escritura sagrada: “…que entregó a su hijo unigénito para que creyendo en El y creyéndole a El, pudiera alcanzar (a quién ya me había alcanzado primero) la vida verdadera.
Además, y como corolario a este axioma, de qué le sirve tener, poseer, acumular, almacenar, etc., tesoros aquí en la tierra si ha de perder su alma, si ha de perder su boleto para ir al cielo.
La única manera de poder “ganar el cielo”, es perdiendo mi vida por y para El, y por y para el hermano, sobretodo el que sufre, llora, está sólo, enfermo, muerto en vida, y por el huérfano, la viuda, el hombre entrado en años, etc.
Todo esto, no es otra cosa más que pagar el Precio Justo.