“En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «El que quiera venirse conmigo, que se
niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Si uno quiere salvar su vida, la
perderá; pero el que la pierda por mí la encontrará….” Mateo 16,24-28.
GANAR O PERDER.
Hemos sido educados para GANAR, para vencer, para conquistar, para adquirir, para dominar, para enriquecernos, para acumular, para el prestigio, para la fama, para el poder, para el llegar a ser, etc..
Hemos nacido criados en ambientes donde la palabra PERDER, nos rechina, nos hace rüido, nos escandaliza, nos golpea…es como si no hubiera sido hecha para nosotros.
Cuando hablamos de “perdedores”, hablamos de personas débiles, sin actitud de superación, conformistas, retrasados, incapaces, etc., palabra que injuria, insulta, ultraja, ofende, etc.
Sin embargo el HIJO DE DIOS, Dios mismo hecho hombre, en la Palabra de Hoy 11 de Agosto, Evangelio según San Mateo 16,24-28, me descoloca, cambia mis esquemas mentales, me trastorna. Unos versículos antes, había vuelto a anunciar sus propios padecimientos, sus grades sufrimientos, su muerte en cruz y su resurrecciòn; y ahora les cuenta a sus discípulos (y a mi y a ti también): “…Si alguno quiere salvar su vida, la perderá mas el que la pierda por mí, la encontrará…”
Pero, pero, pero Jesús, Mi Dios y mi Señor, lo siento mucho pero mi actitud es la de Pedro: ¡Señor que de ninguna manera esto te suceda!. Me quedo pensando un instante, y me pregunto si es porque tampoco quiero para mi esa suerte…”padecer, sufrir, morir…”. Señor, ¿esa parte no me la podrías ahorrar?.
Es que precisamente esa parte de tu discurso, he aprendido que es de “perdedores”, de quienes lo aceptan todo, de quienes no luchan, de los incombatientes, de quienes huyen, de quienes no confrontan ni se defienden; para el mundo en que vivimos eso de perder y ser perdedores, no vende, no se promociona, no se promueve, los seres humanos no queremos siquiera oirla.
Y Tu has empezado, precisamente, pronunciando esas palabras que retumban en los oídos y en el corazón: “Si alguno quiere venir conmigo…”. Y si, yo quiero irme contigo, no concibo la vida sin ti, no me veo en ningún lugar que no sea viviendo a tu lado, cerca del Dios Padre, cerca de los Santos, de los Angeles, de los Arcángeles, de los Querubines y Serafines, de la Madre Espiritual, y ¿por qué no? cerca de mis ancestros, de mis abuelos, mis tíos, y de mi padre terrenal Juan Tomás (a quien recuerdo y extraño), etc., y tu me dices que si no PIERDO mi Vida por ti no te veré, no veré la verdadera Vida, no te veré a TI.
Tu siervo Francisco de Asís lo comprendió perfectamente cuando, inspirado en el Hazme Un Instrumento de tu Paz, escribió: “Muriendo es que volvemos a nacer”
Señor hoy te pido que cambies mi corazón, que me transformes en nueva creatura, para que NO TEMA, NO ME ENTRISTEZCA, NO ME ACOBARDE, para que pueda ver, entender y querer PERDER MI VIDA POR TI, para poder volver a encontrar LA VIDA eterna y verdadera.
JC