La Guerra está en ti.
Hace meses me invitaron a ministrar en una Iglesia amiga. Esta invitación fue de bastante agrado, por la prolongada amistad que me une a su cuerpo pastoral, en especial al Pastor Principal.
Como acostumbro hacer, pedí al Pastor Principal, algunas líneas de orientación que me ayudaran a dilucidar temas posibles a tratar.
Habiendo orado a mi padre Dios para que la luz del Espíritu Santo iluminara mi corazón y mi entendimiento a fin de que pudiera dar Gloria a su Nombre y ministración a su pueblo.
Llegué al templo con tiempo suficiente, con mi Biblia y mis hojas escritas días antes, que consideraba el mensaje apropiado para mis hermanos.
Estuve escuchando los himnos iniciales y, en una fracción de segundo, una palabra de uno de ellos hizo arder mi corazón, como a los caminantes de Emaús.
Obediente a esas ráfagas de inspiración, cuando siento ineludiblemente que es El Señor (lo mismo que a Moisés), me lleva a escribir, con cierta urgencia, lo que EL me va dictando.
Y el mensaje decía lo siguiente: “…la guerra no está aquí; la guerra está EN TI, dentro de ti. En ti está la lucha, el debate, la controversia…Tu y YO (decía El Señor), sabemos cuáles guerras estás luchando;
Y ahora empieza la lista:
- …tu compromiso, tú radicalidad, “tu llamado”…
- … tu tiempo, tus prioridades…
- … tu familia y, dentro de ella, tu liderazgo mal llevado; en el que te quieres imponer siempre, en toda circunstancia y sobre todas las personas? o, por el contrario, eres de aquellos que abandonan su responsabilidad y dejan que los demás tomen siempre las decisiones y las acciones para llevarlas a cabo.
- Tu vida: estás guerreando con la vida que vives; estás en guerra con la familia en que te tocó nacer y vivir, porque sientes que ha marcado tu vida, que ha amargado tus años y que ha “determinado” en demasía la vida que vives hoy.
- Tu mente: tus recuerdos del pasado, tus experiencias vividas, las imágenes que quisieras borrar y piensas que no puedes.
- Tu corazón: los sentimientos que has albergado contra ti mismo, faltando y con ello al segundo mandamiento, al mandamiento olvidado de “amar al prójimo como a ti mismo”. Los sentimientos contra los tuyos, contra tus padres (por la crianza que te dieron), contra amigos de tu infancia y contra “hermanos de la iglesia” quienes de alguna forma sientes que te han herido.
- Tu espíritu: los carismas y dones que el señor te ha regalado; pero que consideras pequeños e insignificantes con respecto a los que les has regalado a otros hermanos. Esa comparación dañina, lastimosa…
Para finalizar, El Señor me decía: diles que la única manera de vencer toda esa guerra que está dentro
de ellos, es haciendo lo que les toca: “Ama al Señor tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con
toda tu mente y con todas tus fuerzas, este es el principal Mandamiento Marcos 12:30.
Terminé la ministración y sentí que había hecho lo que El Señor me había pedido.
Juan Carlos Vargas Decamps
21 de Abril de 2024