MALA MEMORIA
Las personas solemos tener, por naturaleza, mala memoria.
Conozco muchas personas que se ufanan de tener memoria de elefante. Creo que fui uno de esos. Durante mis primeros años de práctica de la hermosa carrera de Medicina, presumía de saber los nombres, los números de teléfono y muchos de los números telefónicos de mis pacientes.
Pero el tiempo ha ido pasando, la memoria ha ido mermando, y ya no puedo presumir de nada, sólo de que soy un pecador en busca de redención.
Ya incluso la lectura comprensiva está más lenta y debo de leer varias veces una página para poder retener, tal vez, un 50% de lo que he leído…esto no es más que una señal de que ya nada es como ayer.
Pero, cuando me refiero a que tenemos (casi todos) mala memoria, voy aún más lejos.
Desde siempre, nos han ocurrido muchas cosas buenas en nuestra vida, nos despertamos cada mañana, tenemos una salud estable, tenemos una familia que nos ama y a la que amamos. Tenemos una casa o al menos un techo donde resguardarnos, comemos más o menos bien, al menos 2 veces cada día; pero como dicen los angloparlantes, “we take it for granted”, lo que más o menos se traduce como “darlo por sentado”.
En el mismo tenor, parecería como si todas las cosas buenas de que disfrutamos: “Nos las merecemos”. Es decir, somos tan buenos y especiales, que cómo no disfrutar de esta recompensa y este premio de la vida.
Sin embargo, a veces la vida es un niño travieso, que en la esquina que menos esperamos, nos sale para asustarnos. Y lo peor es que muchas veces lo logra.
Es bastante curioso y contrasentido que mientras todo nos sale a pedir de boca, es lo que deberíamos de recibir, por nuestro “buen comportamiento”, es algo que (de verdad) nos merecemos; sin embargo, ante toda prueba, ”aparente desgracia”, o infortunio, entonces reclamamos que no nos merecemos este revés.
Entonces ahí entra la “MALA MEMORIA”…las cosas nos van saliendo a pedir de boca, durante muchos años y estamos felices y henchidos de alegría, porque como he dicho en varias ocasiones, NOS LO MERECEMOS, pero una vez las cosas inesperadas asoman la cabeza, se nos olvidan todos los momentos buenos y muy buenos que hemos vivido.
Somos además de desmemoriados, inconscientes y mal agradecidos al pensar que merecemos algo…la verdad es que no merecemos NADA. Solo nos toca dar las gracias por los tiempos buenos y por los no tan buenos.
Las cosas buenas que nos han ocurrido, no son un premio sino “un regalo”, no los merecemos, pero al Dios Padre, en su infinita misericordia, le ha parecido bien regalarnos esos muchos tiempos buenos, y la vida misma, los años vividos, y las estadísticas, nos han jugado una mala pasada.
¡Recordar los buenos tiempos vividos, vivir con esperanza lo que la vida nos depare, y por sobre todas las cosas, VIVIR EL PRESENTE!.
Juan Carlos Vargas