Menos Activismo.
Desde hace unos días he estado pensando y reflexionando sobre mi vida espiritual. ¿Cómo estoy?, ¿Dónde estoy?, Hacia dónde voy?
La verdad, no se por qué, pero unos meses atrás empecé a necesitar una mayor y mejor relación con Dios; sentía que El Señor me estaba pidiendo más y que, especialmente, yo necesitaba estar más cerca de El.
¡Sentí que más que trabajar para El, de lo que se trata la vida es de “estar con El!
Recordé las palabras que recitaba Monseñor Rafael Mauricio Vargas (Padre Vargas) sobre que debíamos de tener: “menos activismo y más oración”.
En este mundo convulso, impaciente, tecnológico, etc., cada vez tendemos a orar menos, a tener menos tiempo para la intimidad y la contemplación del Altísimo.
Es, tal vez, más fácil que en otras épocas, estar tan ocupado en otras cosas, algunas importantes, otras más triviales; que nos roban tiempo y energías para estar a los pies del divino maestro.
Quiero repetirlo pues para mí es vital: “de lo que trata el cristianismo no es tanto el trabajar para Dios, sino estar con Dios”
Hace poco escuché a alguien decir que: “lo más importante era que lo más importante fuera siempre lo más importante”. Y yo me pregunto, qué puede ser más importante que mi relación con mi Señor y mi Salvador”.
De esta relación íntima, pende todo lo demás. No hay nada más serio, profundo e imprescindible para un cristiano que estar a los pies del Maestro.
Todos conocemos el pasaje de Marta y María. Está en el Evangelio según San Lucas, en el capítulo 10, versos 38-42: “Siguiendo su camino, entraron en un pueblo, y una mujer, llamada Marta, lo recibió en su casa. Tenía una hermana llamada María, que se sentó a los pies del Señor y se quedó escuchando su palabra.
Mientras tanto Marta estaba absorbida por los muchos quehaceres de la casa. A cierto punto Marta se acercó a Jesús y le dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola para atender? Dile que me ayude.»
Pero el Señor le respondió: «Marta, Marta, tú andas preocupada y te pierdes en mil cosas: una sola es necesaria. María ha elegido la mejor parte, que no le será quitada.».
Dios nos libre de pensar que, como consecuencia de estas palabras del Señor Jesús, la moraleja es no hacer nada, no trabajar en la expansión de su reino y solamente escucharlo y estar solamente a sus pies (aunque reconocemos que este puede ser un llamado súper especial, derramado sobre algunas almas especiales); pero, la inmensa mayoría de las veces, Dios nos pide compartir nuestras vidas de fe entre el SER (prioridad número 1) y el HACER (prioridad número 2).
El famoso Ora et labora (ora y trabaja) es una locución latina que expresa la vocación y la vida monástica benedictina de alabanza a Dios junto con el trabajo manual diario.
Debo de decir que, nuestra tentación es irnos a los extremos y que muy frecuentemente, en este caso específico, nos decantarnos por el hacer. El catecismo de nuestra iglesia católica, numeral 1726, nos recuerda que: En el inconsciente de muchos cristianos, orar es una ocupación incompatible con todo lo que tienen que hacer: no tienen tiempo. Y en el numeral 1729 nos dice que: La dificultad habitual de la oración es la distracción. En la oración vocal, la distracción puede referirse a las palabras y al sentido de estas. La distracción, de un modo más profundo, puede referirse a Aquél al que oramos, tanto en la oración vocal (litúrgica o personal), como en la meditación y en la oración contemplativa.
Un hombre y una mujer que aspiren a la santidad, y que quieran colaborar en la santidad de otros, deben de ser un hombre y una mujer de profunda oración, de intimidad creciente en su presencia, recordemos lo que dice San Pablo en 1ra Corintios 2, 10-16: “Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente. En cambio, el espiritual juzga todas las cosas; pero él no es juzgado de nadie. Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo.
En fin, Hermanos, les exhorto, en el amor que les tengo, a adentrarnos en la profundidad del corazón de nuestro Señor. Cuidémonos de la tentación del activismo (incluso del activismo del trabajo en la vida cristiana), no sucumbamos al pensamiento de que “siempre estamos con Dios” porque estamos trabajando para Dios y esto nos garantiza estar en la presencia de Dios y porque además Dios está siempre con nosotros.
Hermano, hermana, DIOS TE QUIERE A SUS PIES, saca un rato, en algún momento de tu día, alábalo en espíritu y verdad, medita su palabra, y deja que el Espíritu del Dios Viviente te hable, te conforte, te escudriñe, te consuele, te muestre el camino, te levante, te anime, te forme, etc., según el beneplácito de su divina voluntad.
Juan Carlos Vargas
10 de nov. de 24