Mi amigo está enfermo
Hace muchos años que lo conozco; ambos pertenecíamos a una asociacion de profesionales afines, y como colegas de profesión, nos encontramos (en incontables ocasiones) en congresos, presentaciones de productos, charlas magistrales, viajes de nuestra asociacion, almuerzos, cenas, etc. Esto nos permitió tener una relación profesional, por demás, afable y cordial; pero nunca (sin que fuera un propósito de ambos), fuimos amigos íntimos, canchanchanes, compañeros de farras, etc.
Hace poco tiempo, mi amigo enfermó, y, lamentablemente, tardé varios días en enterarme de que estaba enfermo, aunque no supe los detalles de su padecimiento.
Recuerdo, que en algún momento, le escribí algún mensaje de aliento a través de las redes así como mis deseos de una pronta recuperación.
Fueron pasando los días, y mi amigo estaba en mi mente, hasta que (para conocer el estado actual de las cosas), llamé a su esposa y le pregunté cómo estaba mi amigo.
Nuestra conversación telefónica duró más tiempo de lo que suponía; pero me dió la oportunidad de conocer con detalles cuál era la situación real por la que estaba pasando mi amigo.
Hablamos cerca de 30 minutos y traté de mostrarle, no solamente mi interés por la salud de su esposo, sino también mi afecto y mi cariño hacia él y hacia ella..
Por experiencia propia se, que cuando se está acostumbrado a trabajar largas jornadas y de repente nos vemos en la casa la mayor parte del día, esto nos supone estrés personal, conyugal y familiar. Los días se hacen muy largos y pareciera que las manecillas del reloj no avanzaran a la misma velocidad que lo suelen hacer cuando trabajamos a tiempo completo.
Debo hacer una pausa e indicar que siempre he tenido envidia “ buena”; (aunque me han corregido muchas veces diciéndome que no hay envidia buena) sino pura envidia. Digamos entonces que he sentido admiración profunda, anhelo y deseo de llevar un tipo de relación conyugal como el que mi amigo y su esposa han demostrado por largo, largo tiempo.
Después de conversar con la esposa de mi amigo, le pregunté cuál era una hora adecuada para poder conversar con él por la vía telefónica, y me dió una hora en específico. Durante el resto de la tarde estuve pensando en él y deseando que el reloj avanzase más rápidamente para llamarlo. Finalmente, a la hora acordada, llamé a mi amigo, quien me contestó con la afabilidad y el buen ánimo de siempre.
Hablamos de él, de cómo experimentaba lo que le había ocurrido, de los días que pasó en cuidados intensivos y luego en observación, y de cómo está siendo supervisado por varios especialistas. Hablamos de las muchas muestras de solidaridad, cariño y afecto recibidos, y sobre todas las cosas, los mejores deseos de una pronta recuperación.
Hablamos del costo de estar en la casa la mayor parte del tiempo, y de como esto le podía producir (en algún momento) algún sentimiento de ansiedad o nostalgia por el ritmo de vida que llevaba y de la posibilidad, casi certeza, de que ya no volvería a ese ritmo tan trepidante de actividad.
Hace poco escuché que el teclado el piano de nuestras vidas tiene teclas blancas (notas naturales) y teclas negras (notas alteradas). Podríamos decir que las teclas blancas son los tiempos buenos, los recuerdos agradables, las buenas experiencias vividas, el amor a los demás y el amor de los demás. Las tantas veces que te ha tocado servir a otros con dedicación, ahínco y esmero. Las personas conocidas, los trechos caminados, los desayunos, almuerzos y cenas donde has sido anfitrión o huésped. Por último, pero no menos importante, el amor y los detalles de nuestros seres queridos, en especial, tu esposa y compañera de vida.
Las teclas negras significan los momentos de incomodidad, los malos ratos pasados, las decepciones que te has llevado; las frustraciones qué has experimentado, los proyectos y planes que resultaron en “fracasos”, los proyectos fallidos, las esperanzas insatisfechas, una que otra humillación, algún desencanto, alguna exasperación, todas las equivocaciones, los muchos errores, y por último, los roces, las palabras mal dichas, etc., con nuestros seres más queridos e íntimos, con quienes conviven o han convivido con nosotros.
Sin embargo, para hacer música, para tocar con excelencia, para dar las notas musicales adecuadas y precisas, hacen faltas tanto las teclas blancas como las teclas negras.
Intercambiamos algunas palabras más, nos deseamos muchas cosas buenas, la primera de ellas una rápida y total recuperación de su estado de salud.
Al final de la noche, antes de que Morfeo me hiciera prisionero de su influencia, pedí a Dios (nuevamente) por él y sentí alegría por haber podido escuchar a mi amigo.
Bueno es Dios que siempre nos da una oportunidad para decir te estimo, te quiero, deseo lo mejor para ti.
Saliendo un poco de mí, de mi realidad, de mis propios problemas; y volcándome en atender a mi amigo, fui muy feliz, dormí apaciblemente y me levanté con ganas de agradecer, un día más de vida, al Dueño y Señor de la vida.
Juan Carlos
1 de agosto de 2024