Olvidé CUIDAR MI HUERTO
Desde que tengo uso de razón lo he visto mucho, se repite a diario…es, desgraciadamente una práctica común y un estilo de vida tan pernicioso, y al mismo tiempo tan frecuente que me asombra.
Y ya no hablo de los que no practican activamente su fe (sea cuál fuere); estoy hablando de hombres y mujeres de vida eclesial, donde son reconocidos por su piedad, su devoción y su entrega…Sin embargo hay desorden interior y exterior, existe incongruencia entre lo que predican y lo que realmente viven.
Tienen siempre suficiente tiempo para ir a “estar” con los hermanos, sirviendo en alguna actividad, ofreciéndose para cualquier “diligencia” y el dichoso y afamado…¡Ustedes saben que siempre pueden contar conmigo¡
He conocido decenas de familias así, en que el “ACTIVISMO” los arropa, los ahoga, les yugula de tal forma que viven para el hacer y para el hacer.
Ya tuvo que pronunciarse el Concilio Vaticano II entre La herejía del activismo contra la primacía de la oración, pues se nos olvida que toda oración es trabajo pastoral.
He visto familias enteras arrastradas hacia una exaltación de los padres por una vida de servicio y entrega a los demás; pero sin suficiente tiempo para dar calor a los hijos, con la consecuente vida de desorden y falta de docilidad (y en casos extremos) alejamiento con casi todo lo que tiene que ver con vida Cristiana, pues de alguna manera (no comprensible para ellos), el servicio a la Iglesia y a los feligreses, les robó a sus padres.
El equilibrio es tan difícil, tal vez de las más difíciles para los humanos (ya seamos practicantes o no). Recuerdo hace muuuuuchos años haber escuchado una enseñanza cristiana en la que se decía que los casados no debían de estar más de 3 noches fuera de sus casas (debido al servicio cristiano que se ofrecía a la iglesia); creo que ha pasado toda una vida y eso fué una de las cosas que más me llamó la atención en ese entonces…Aún al día de hoy, me llama poderosamente la atención.
Veo personas que no han bien llegado de su jornada laboral, se desploman sobre un mueble por 5 minutos, se tragan la cena (si es que acaso cenan o esperan cenar donde van), y en seguida, salen raudos para el lugar de su reunión.
Y lo veo tanto en hombres y mujeres. El hecho de que, gracias a Dios, tengamos hombres y mujeres líderes, en todos los ámbitos y áreas de la vida, ha producido que todos estemos involucrados en esa vorágine del dar y darnos a los demás.
Ante este mundo de “activismo y quehacerismo”; pienso para mis adentros que tal vez, y sólo tal vez, sería bueno hacer la proporción 3 a 1, o tal vez 2 a 1…Por cada 2-3 tiempos que dedique a orar con El Señor y a estar “presente” entre los míos…entonces dedicaré 1 al servicio externo…obviamente esto es muy fluctuante debido a las cambiantes realidades personales y familiares (hijos pequeños, enfermedad de ellos, nuestra o de los nuestros, suma estrechez económica, problemas físicos, psicológicos, de pareja, etc.), e iincluso de acuerdo al puesto de liderazgo hay ejemplos varios y pintos.
Pero a lo que quiero referirme en esta mañana es a la tendencia moderna de llamar “tiempo de calidad” y querer sobre importantizarlo y anteponerlo con el “tiempo de cantidad”; y creo, definitivamente, que los nuestros necesitan Cantidad y Calidad de Tiempo. Creo que no son opuestos ni mutuamente excluyentes…de seguro ya han salido algunas voces diciendo que ese era el tiempo en que la mujer no trabajaba para suplir la necesidad de desarrollo intelectual ni la necesidad económica de la casa, y habrá alguien que hasta me podría tildar como de “actitud machista”. Nada más alejado de la realidad.
En uno de los párrafos que anteceden este escrito hablé de lo difícil que era vivir el equilibrio para los seres humanos (ya seamos practicantes o no), y creo que se aplica por igual a hombres, a mujeres y a jóvenes…perdonando la inmodestia, yo también fuí joven, (no fuí el más listo de la clase) y pude sacar tiempo para tener mi novia, ir a algunas fiestas, estar presentes en algunas actividades, mientras cursaba la carrera de Medicina en la Mejor Escuela de Medicina de la RD (en ese tiempo), la UNPHU. Y además, sacaba tiempo para ir a mi grupo de oración, cantar en misa, ir a muchos retiros y, por si fuera poco, ser buen estudiante y luego buen médico (dicen muchos)
Después vinieron los hijos, y los compromisos siguieron, tratando de no descuidar los tiempos para cada cosa, pendulando como el reloj, que va de aquí para allá y de allá para acá, y dedicando parte de “su tiempo” a rodar por el reloj.