¿POR QUE NO SOMOS
1000?
Por Juan Carlos Vargas
Soy parte de una Comunidad de Comunidades distribuidas en varios países, (en algunas ocasiones hasta varias comunidades por país), en los cinco continentes.
Conozco algunas comunidades y a muchos ancianos de esas comunidades; algunas de ellas existen desde algunas décadas mientras que otras son más jóvenes; algunas tienen movimientos de Evangelización y otras no; en algunas viven solteros consagrados y en otras no; algunas son muy grandes, y otras muy pequeñas; como habrán podido ver, hay algunas diferencias en algunos aspectos, aunque todas tienen unas similitudes y un sello característico, el llamado de Jesús a un estilo de vida radical, una vida dependiente de El, un amor fraterno y comprometido. En otro orden, nuestro tipo de comunidad tiene un patrón de vida familiar, que incluye esposos, hijos y, en algunos casos, hasta nietos. Debo aclarar que aunque la vida de nuestras comunidades de Alianza, está fundamentada en las familias, tenemos una cantidad de excelentes solteros, jóvenes universitarios, adolescentes, preadolescentes y niños más pequeños, que son parte de nuestro orgullo santo.
Hace no mucho tiempo, pude participar de un diálogo muy interesante entre dos líderes (de dos comunidades diferentes) un anciano pertenece a una comunidad de 1,200 personas, el otro pertenece a una comunidad de 300 personas. El tema debatido era: “el número de miembros comprometidos de cada Comunidad“. En medio de la conversación surgió una pregunta muy inteligente, y como si fuera un fino movimiento de un ágil y buen ajedrecista, el líder de la comunidad más numerosa le preguntó al líder de la comunidad más pequeña: ¿En estos momentos ustedes son como 300 miembros (igual que la película famosa?, a lo que el otro líder respondió, estás en lo correcto, y por si fuera poco (argumentó) ¡somos la Comunidad que más está creciendo en nuestra zona!. Pero como los buenos ajedrecistas ya tienen varias jugadas pensadas por delante, el primer líder le ripostó y volvió a preguntar ¡aja! Y entonce ¿por qué, a más de 30 años de formada, con excelentes líderes, y un mejor cuerpo de 8 ancianos, ¿POR QUÉ USTEDES NO SON MIL MIEMBROS?.
La verdad es que la cara del segundo líder era un poema, se detuvo a pensar a ver si encontraba algunas razones que dieran soporte a su respuesta…y le escuché dar algunas argumentaciones, algunas buenas y válidas, de por qué sólo eran trescientos y no mil miembros con compromiso.
Para complicar aún más la cosa, el primer líder le dijo que en su comunidad (que era apenas unos años más vieja que la otra); el grupo de ancianos era de 14 y la comunidad estaba compuesta de más de 1200 personas, mientras que (como he escrito hace apenas 2 párrafos) la otra comunidad tenía un cuerpo de 8 ancianos y sólo 300 miembros, lo que lógica y relativamente hablando, le estaba provocando algún tipo de ruido. En ese momento me aparté, pues pensé que este era un asunto entre dos líderes, y que yo estaba sobrando.
Pero, obsesivo como soy, me empecé a preguntar sobre esta inquietante realidad del por qué algunas Comunidades son numerosas (y continúan creciendo), mientras que otras parecen detenidas en el tiempo, en cuanto al número de miembros.
Las razones del por qué una comunidad tiene una membresía que está estancada en el número de sus miembros comprometidos, como cualquier Asociación, Grupo, Iglesia, etc., son casi incontables. Sólo mencionaré algunas, sabiendo por adelantado que puedo estar “bastante equivocado” y por tanto estar abierto a todo tipo de críticas (se valen las críticas, las observaciones y hasta las amonestaciones con fundamento) por lo que podría estar obviando alguna realidad pastoral, algunas limitaciones personales, realidades familiares, etc., que pudieran estar jugando algún papel de freno a la velocidad de crecimiento; sin embargo quiero atreverme a compartir mis pensamientos al respecto de esta realidad.
Primero: Lo primero que se me ocurre es el tipo de líderes que se tiene, el trabajo qué hacen, el por qué lo hacen y la forma que lo hacen. Casi siempre se ha dicho que ¡las cosas resultan según los líderes que tienen!. Aquí me detengo y doy un ejemplo concreto y cercano. Cuando a principios de la década de los años 70 (del siglo pasado), mi tío-padre Monseñor Rafael Mauricio Vargas García, vicario general de la Vega, fue trasladado desde la Ciudad de San Francisco de Macorís a un nuevo destino; en ese momento, el anterior párroco de esa ciudad le advirtió sobre la pena que le daba ese traslado, porque esa ciudad ¡no podía mantener ni al párroco!. Pienso que la terquedad de los García, hizo de este cambio de lugar fue como un reto personal…y cinco años más tarde, las personas de esa ciudad sostenían dos sacerdotes, dos religiosas y un diácono y empezaba a ser una próspera ciudad enclavada entre montañas, verdes praderas y ríos; y más aún, con un deseo de progreso en todos los ámbitos. En algunas ocasiones la oración, la visión y el trabajo incansable del líder (o los líderes) hace (n) la gran diferencia!.
Segundo: una segunda posible razón que se me ocurre es la falta de delegación y la poca descentralización del trabajo; y es que podríamos aducir que siempre lo hemos hecho nosotros ¡y mira lo bien que han salido las cosas! Entonces, para qué y por qué necesitamos que otros lo hagan?. Pero los líderes son humanos, se cansan, envejecen, se enferman, tienen realidades personales, conyugales, de trabajo, de hijos, con su familia extendida, con una semana muy difícil, poco tiempo para preparar su ministración, un bajón en su estado de ánimo, poco o ningún tiempo para la oración personal, la lectura de la Palabra, la meditación de la misma, y la aplicabilidad de la misma en sus vida, u otras realidades diferentes que pueden provocar que no estén en su mejor momento espiritual para llevar a cabo una asignación ministerial importante, y que sea entonces necesario abrir los ojos y los oídos espirituales para elegir a alguien diferente (sea líder o no) para llevar a cabo esta misión; pues no debemos de olvidar nunca que nuestro servicio es al Pueblo de Dios, y por tanto debe ser realizado con la mayor excelencia posible. Es verdad que hemos aprendido que las cosas que no se supervisan, pueden no salir bien, pero también hemos aprendido que los dones y carismas los regala Dios a quien quiere, porque quiere y cuando quiere, pues son para ¡dar Gloria al Rey de Reyes! Y edificar al pueblo de su propiedad…si no hay delegación no habrá resurgimiento y crecimiento de los demás líderes, y me atrevería a decir que hasta de la Comunidad misma. Debemos de aprender y confiar que el Señor es el dueño del terreno donde está la perla preciosa.
Tercero: puede ser que a los ancianos les gustaría que la comunidad creciera en el número de su membresía, pero que estén tan ocupados en otras cosas (que también son importantes en la vida diaria de la Comunidad), y que esto provoque que su principal objetivo no sea el hacer las cosas necesarias para que la comunidad crezca en número de miembros; aunque siempre se ha escuchado de que
alguna vez seremos una comunidad
y un pueblo numeroso.
Esto debería bajar Dios y ¡explicarlo mejor¡
O Tal vez, deberíamos saber leer y
escuchar mejor lo que El ya ha estado
diciendo hace un buen tiempo a ese
respecto.
Cuarto: En honor a la verdad es que a la velocidad que esa comunidad crece (unas 15-20 personas cada año) pasarían unos 35 años antes de llegar a ser 1000 miembros comprometidos. Para ese tiempo, esa comunidad tendrá más de 70 años de existencia y la mayoría de los mozalbetes fundadores de la misma no estarán en este mundo y los pocos sobrevivientes serán del grupo de los nonagenarios o (cómo se dice actualmente) “adultos mayores”. Creo, muy dentro de mi ser, que podría haber faltado visión sobre cómo “prepararnos” y “preparar” nuevos recursos para poder atender (como es debido) a quienes pudieran llegar. Si estuviésemos preparando 10 recursos ministeriales cada año, estaríamos en la posibilidad de recibir entre 40 y 50 personas anualmente. Los precandidatos a entrar a formar parte de la Comunidad no tendrían que esperar tanto tiempo, tal vez no los perderíamos en el camino, y tal vez, las cosas fueran diferentes.
Recuerdo muy vivamente a un gran líder y sabio anciano de una comunidad hermana, quien siempre nos decía que nuestras Comunidades eran el secreto mejor guardado del mundo, puesto que si te parabas en una esquina cualquiera de la capital y preguntábamos si sabían lo que era la Comunidad Cuerpo de Cristo, muy probablemente once de cada diez personas (jejeje) no sabrían decir quienes somos. Por lo tanto, este sabio lider nos pedía (con vehemencia) que teníamos la urgente necesidad de hacer “branding” de nuestra Comunidad, para que los cientos de personas que andan buscando una Comunidad como las nuestra, y nos estaban tocando las puertas, supieran de nosotros y que si se acercaran y nos trataran, tal vez descubrirían que esto era lo que andaban buscando.
nuestras Comunidades son el secreto mejor guardado del mundo…nadie la conoce…hace falta “branding”.
Quinto: Otra posibilidad (y es a la que me apunto), es la ley del mínimo esfuerzo: mientras 50 personas tiran de la carreta, las otras 250, no solamente no la empujan por la parte trasera, sino que están subidos a ella, provocando que, debido al peso de la misma, la carreta no pueda avanzar o lo haga rompiéndole las espaldas a quienes hacen todo lo posible (y casi hasta lo imposible) por moverla hacia adelante. Se lo bueno que es estar tirado en la playa o acostado en un chaise longue, que me pase un día haciendo nada (que es diferente a no haciendo nada), que pase un fin de semana viendo un telemaratón de series de Netflix (de esas que tienen 8 temporadas de 10 capítulos), cerveza en mano; pero esa no es la vida diaria…son gustitos necesarios y esporádicos. De igual manera, puedo ser parte de la Comunidad, asistir a las Asambleas y grupos pastorales, pero, esas son las actividades que son partes del estilo de vida… pero empujar la carreta es otra muy diferente. Te has pregunntado alguna vez: “¿Estoy empujando la carreta? y haciendo la carga mas ligera, (además de que produce en mi un mayor sentido de compromiso y pertenencia); o estoy subido encima de ella haciendo la carga aún más pesada a los que intentan hacerla avanzar?. Créanme cuando digo que una comunidad que crece es una comunidad viva o mejor dicho “una comunidad viva es una comunidad que crece”; si no hay crecimiento no hay vida.
la ley del mínimo esfuerzo: mientras
50 personas tiran de la carreta, las
otras 250, no solamente no la
empujan por la parte trasera sino que
están subidos a ella provocando que,
debido al peso de la misma, la carreta
no pueda avanzar.
Muchísimas veces nos estamos dirigiendo a los miembros jóvenes diciéndoles que ellos son “el futuro” de la iglesia y de las comunidades, esto pareciera como que les estamos endilgando una carga, un peso, una responsabilidad de que todo depende exclusivamente de ellos y de su trabajo, para que la comunidad crezca; y, es 100% cierto, PERO mientras tanto, ¿estoy haciendo lo que me toca, para este tiempo, para esta hora en mi vida y en la vida comunitaria?
Lamentablemente, ante estas circunstancias, nos hacemos la pregunta inadecuada: en vez de ¿qué hay que hacer para que la comunidad crezca?, la pregunta real debería ser ¿que nos está impidiendo crecer? ¿Qué nos impide crecer en radicalidad, en santidad, y como consecuencia, en membresía de hermanos comprometidos?
NO ES TANTO ¿QUE HAY QUE
HACER PARA QUE CREZCA? Porque
todo lo que está vivo, su curso natural
es el crecimiento…la pregunta
correcta debería de ser ¿QUE NOS
ESTA IMPIDIENDO CRECER?
Se me ocurren 3 respuestas
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La Preocupación por el presente
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La Preocupación por el mañana
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La preocupación por TODO.