…pregunta por el sagrario y visita a Jesús.
De verdad que al leer este testimonio, me entró tristeza y congoja, es cierto que en el último tiempo he estado un poco alejado de los sacramentos…en especial de la eucaristía, pero más alejado aún de visitar a mi Rey Jesús. Es una mezcla de pereza, comodidad, y dejarlo para “otro momento”; lo malo es que ese otro momento nunca llega. Me trato de consolar a mi mismo diciéndome cosas que me justifiquen y me hagan más ligera la “vergüenza”, pero seriamente, todo es una real y vil excusa.
Reconozco que de verdad “puedo” ir al sagrario…que mi vida sería diferente, que tendría más ilusión, más gozo y contentamiento…me lo propongo…me lo prometo…sé que lo necesito, que los que me rodean lo merecen y los que me conocen de verdad lo extrañan….SE QUE LO HARE. Iré y pasaré un rato con El, le contaré otra vez lo que EL sabe, pero que quiere escuchar, porque al contárselo empezaré a sentirme mejor…y al poner mi corazón a su escucha…me Invadirá la PAZ QUE SUPERA TODO CONOCIMIENTO, Y LA QUE EL MUNDO NO ME PUEDE DAR.
Testimonio:
Como sabes trabajo en mi casa como escritor independiente. Es un oficio que disfruto mucho. Publico mis libros de espiritualidad y auto superación en el portal de Amazon y escribo estos blogs para Aleteia.
Cada mañana a las 7:30 empiezo mi rutina. Primero un buen café acompañado por mi esposa Vida. Me siento a revisar correos y escribo estas palabras, compartiendo contigo mis inquietudes, mi búsqueda de Dios.
Suelo salir como a las 11 a.m. para visitar a Jesús en el Sagrario. La lamparita encendida a su lado me recuerda que Jesús está allí, presente.
Este sagrario es hermoso, se abre dos pequeñas puertas y puedes ver la hostia santa frente a ti. Sabes que es Él.
Me encanta esta sensación… la certeza que me mira también.
Aquí estoy, en este momento. Escribo en mi teléfono móvil.
Miro a Jesús, le sonrío.
Trato de disculparme por andar distraído. Pero no pasa nada. Es como si me dijera: «Tranquilo, sé que te agrada visitarme y escribir aquí».
«Me agrada estar contigo Señor… las mejores ideas me llegan cuando te acompaño en este oratorio».
Veo a las personas que entran, se arrodilla, rezan y se marchan. Pienso en ellas y sus preocupaciones. “Señor, concédeles lo que te piden”.
Desde que comprendí que Jesús verdaderamente está allí, en cada sagrario, de cada Iglesia del mundo, no ceso de recomendar que lo visiten.
Una lectora me ha escrito. Enfrenta una grave dificultad. Es algo que la supera, que no está en sus manos solucionar.
“He seguido tu consejo Claudio, vine al sagrario. Me quedé una hora. Salí diferente de como entré. Al poco tiempo de estar aquí empecé a experimentar una paz sobrenatural, que pocas veces había sentido. Entré con una angustia que me carcomía el alma. Y he salido con una Paz que no es de este mundo”.
No conozco una persona a la que haya recomendado ir al Sagrario, para estar con Jesús una hora, contarle sus aflicciones y pedirle su ayuda, que haya salido igual.
Cuando no sé qué hacer, voy al Sagrario. Jesús tiene todas las respuestas.
Es el hijo de Dios. ¿Acaso hay algo imposible para Él?
Del sagrario irradia paz, serenidad… para todo el que quiera recibirlos.
Si te animas y pasas hoy frente una iglesia, bájate del auto, entra, pregunta por el sagrario y visita a Jesús.