Hoy es sábado 19 de Agosto del 2023.
Anoche me acosté temprano (tal vez muy temprano, para algunos); y me doy cuenta que se está haciendo una costumbre dormir más temprano y así poder despertar más temprano.
Voy conociendo cada día mis limitaciones, y se que después de un viaje en carretera (aunque sea corto), me suelo estropear más de la cuenta, por lo que necesito mucho más descanso que los demás.
Pero vamos al lío:
Me levanté 10 minutos para las 05:00 am, con sumo cuidado pasé por el aseo y me cepillé los dientes. Luego, caminé directo a la galería frente al mar.
Todo estaba hermosamente oscuro, solo “veía obscuridad” y el sonido acariciante de las olas de la mar.
Y me dispuse a hacer lo que vine a hacer… orar.
En la escucha atenta del Evangelio de mañana Domingo, empezó mi viaje hacia mis profundidades, y me di cuenta de que ya me estaba esperando El Eterno.
Comencé alabandole, reconocíendolo como Rey y Señor y dándole Gloria a su ya infinita Gloria.
Lo reconocí como lo que es, dueño de toda la creación, de todas las cosas, del mar y lo que está debajo del mar, del cielo y lo que está por encima del cielo, de las creaturas todas… “de lo visible y lo invisible, pues todo ha sido creado por El y para El”, Colosenses 1,16
Luego le adoré en su Santuario Santo, al “tres veces SANTO, quien es, quien era y quien vendrá”, Apoc 4,8.
Y ya tuve la certeza de mi soledad “acompañada”. Empecé a sentir su presencia a mi lado, y empecé a respirar un nuevo aire, las olas se oian a coro, el corazón y los pensamientos bajaron su ritmo, y dieron cabida al Rey de Reyes, Al Fuerte y Al poderoso, rico en Bondad y Misericordia.
Y no necesité abrir mis ojos para saber que me miraba y no necesité tocarlo para saber que ahí estaba. Y entonces, llegó “el momento de la escucha atenta” donde El me habla, como el amigo, como el Padre, como el Pastor, etc.
Y vinieron a mi corazón no solo palabras de aliento y de ánimo, sino también sus deseos de que cambie algunas actitudes, cuide mi mente de algunos pensamientos y mi corazón de algunas cosas vanas y pasajeras.
Las medito, las oro, las hago propósitos nuevos y me postro ante El.
Abro los ojos y vuelvo a ver al frente… ya está algo más claro, vuelvo a entrar en mi mismo un momento más, y aún está más claro, y en cuestión de pocos minutos ya veo con claridad el horizonte perdido.
JC