Santa Alfonsa originalmente se llamaba Annakkutty (Annakkutty, que significa “pequeña Anna”) y nació en la ciudad de Kudamalora en el estado principesco de Travancore, India, durante el Raj británico.
Sus padres Joseph y Maria Muttathupadathu la bautizaron el 27 de agosto de 1910 en St. Iglesia de María en Kudamalur en honor a Santa Ana.
Anakuti fue criada por su tía después de que su madre muriera joven. Comenzó su educación formal en Arpookara en 1916 y recibió su primera comunión el 27 de noviembre de 1917.
Posteriormente, en 1918, se trasladó a una escuela en Muttuchira.
En 1923, Anakuti tuvo un grave accidente cuando cayó en un pozo de paja ardiendo y se dañó las piernas de forma permanente.
A pesar de su discapacidad, Anakuti estaba decidido a unirse a la Orden de San Francisco.
Un domingo de 1927 llegó a la Abadía de las Clarisas Pobres en Barananganan.
Cambió su nombre a Alphonse el 2 de agosto de 1928 cuando tomó el velo estatutario. En mayo de 1929, Alphonse ingresó a la Escuela Secundaria Malayalam en Vazapali.
Alphonsa desarrolló hábitos religiosos en Bharananganam el 19 de mayo de 1930 y poco después de recibir su educación en Changanachherry. También se desempeñó como maestra temporal en la escuela Vakakkad.
El 11 de agosto de 1931 entró en libertad condicional y cinco años después, el 12 de agosto de 1936, hizo sus votos eternos.
Aunque la mala salud de Alfonsa a menudo le impedía enseñar, trabajó como maestra de escuela primaria.
En diciembre de 1936, con la intercesión del beato Curiacos Elias Chavara, Alphonse se recuperó. Sin embargo, una neumonía grave en 1939 y un robo en 1940 hicieron que su salud se resintiera nuevamente. Aunque recuperó la memoria en septiembre de 1941, su salud siguió deteriorándose y murió de una úlcera de estómago en 1945 después de fuertes vómitos.
Alphonse murió el 28 de julio de 1946 a la edad de 35 años y fue enterrado en Balananganam, parroquia de Palai, Travancore (ahora Kerala). Hoy, su tumba es un lugar de peregrinación ya que muchos devotos cuentan los milagros que realizó.
En 1999, curó a un niño de un pie torcido, un milagro que le valió la canonización por parte del Vaticano.