ESTAR A SUS PIES
Este día empezó de manera excelente. Desperté a las 6:30 A.M.,y después del aseo de rigor, me puse la ropa de ejercicio, salí a caminar
(Estoy decidido a hacer el hábito), y mientras caminaba, iba escuchando la lectura y la meditación que cada mañana nos regala “Rezando
voy”. Conversé con el Señor, le adoré en su trono santo, le exalté por su amor inefable, le agradecí por la vida y por las bendiciones.
que derrama sobre mi y los míos; y, finalmente hice las peticiones por las necesidades personales, familiares, comunitarias, de nuestro
Centro de Proloterapia, etc.
Terminada mi oración, empiezo a hacer algunas de mis tareas pendientes, y mientras esto ocurre, empiezo a escuchar “estar a tus
pies”, del famoso cantautor cristiano Jesús Adrián Romero. Por un momento dejo de hacer lo que me ocupa y empiezo a
pensar en el hecho de que muchas veces perdemos nuestras identidades, porque solemos entender que nuestro servicio es la manera
práctica en la que reflejamos nuestra mayor muestra de amor al Señor y a los hermanos. Esta forma de concebir el amor, es
absolutamente cierta y válida. El servicio es la manera pragmática de expresar que soy capaz de salir de mí, de mi realidad, de lo que
tengo y de lo que carezco, de mis anhelos y mis desvelos, de mis deseos, de mis sueños, de mis capacidades y mis limitaciones, de mis
éxitos y de mis fracasos, etc., para poder concentrarme y enfocarme en el otro, en el prójimo, en el que está a mi lado, en mis íntimos y en
quien no conozco, etc.
Pero hace algunos años aprendí, casi como una máxima, como unas palabras que se llevan tatuadas en el alma: “primero ser y luego
hacer”, y su corolario, “no soy porque hago sino que hago porque soy”.
Pero cómo hago para ser? Cómo puedo llegar a ser?. Pués la respuesta se dice fácil aunque es difícil¡ Sólo puedo ser: ESTANDO A SUS
PIES.
Si no bebo agua de la fuente, si no respiro el aire de su casa, si no levanto mis ojos y permito que se encuentren con los suyos, si mi
mirada no penetra y no es penetrada por la suya, si la cercanía con él no es el aliento de mi vida, la fuente de mi inspiración, el alimento
espiritual que hace que las demás cosas sean posibles, etc., entonces me estoy perdiendo de lo verdaderamente importante, de lo
necesario e imprescindible para poder servir.
Para estar a sus pies solamente hay que disponerse, buscar un lugar tranquilo, silenciar el ruido exterior y, más importante aún, el ruido
interior y “disponer el corazón” para recibir su presencia. Y el Señor, el grande y poderoso, Señor de eterna gloria, fuerte e invencible, no
se hace esperar, llega, a su manera, en una paz inexplicable, en un pensamiento que sabemos que no viene de nosotros, en unas imágenes
que a la primera pudiéramos no comprender o en unas palabras sutiles que se repiten sin cesar en nuestro interior; pero todas ellas nos
llenan de amor y nos invitan a acercarnos a su voluntad.
Hermano estate a los pies de Jesus al salir el alba, haz que tu alma y tu corazón estén en unión con el corazón de Dios, desde que
comienza el día (y a lo largo del día) estáte atento a recibir esa gracia, esa unción, esa presencia imprescindible para estar vivo y para dar
vida a otros, porque si no lo hacemos, si no estamos a sus pies, entonces solo podremos dar de nosotros mismos, de lo que llevamos
dentro y, no será suficiente y posiblemente no será lo necesario o no llegará el mensaje, o no llegará de la manera que debe llegar.
Dedica un tiempo para estar a sus pies y empieza a ver que tu vida será diferente, y que como fruto, podrás ser agente de cambio, fuente
de bendición para los hermanos y espejo donde otros puedan ver la obra del Alfarero.